Historia #10: José Cerviño, carpintero ebanista

Esta historia se centra en José Cerviño, una persona comprometida en ayudar a la sociedad desde el anonimato y un apasionado por la carpintería ebanista. José, se autodefine como un “perro verde”, por ir a contramano de muchos de nosotros. Él vive en Villa Ascasubi, sobre la margen norte del Río Ctalamochita, en una casa rodeada de una inmensa arboleda, en donde el tiempo pareciera haberse detenido. Allí, José y su familia, producen la mayoría de sus alimentos a la “vieja usanza”, practicando viejas costumbres en donde los químicos, conservantes y avances tecnológicos poco tienen que ver. Algo “desconectado”, pero muy culto, nos asegura que se vive muy bien siendo un “perro verde”.

Coordinando la entrevista

Mientras me preparaba para coordinar la entrevista de otro hobbista me llega un mensaje de audio de Gerardo, un amigo, que decía:

–Hola, Pato. ¿Cómo estás? ¿Estás en Villa y con tiempo? Ahí te mando un contacto para que le hagas una nota. Lo único, tiene que ser entre mañana martes y el jueves, porque se va de viaje. Se trata de José Cerviño, no sé si lo conoces. Vive al otro lado del río ¿te das cuenta? Me contó que solía ser carpintero ebanista y hace un tiempo retomó para hacer la mano de su hijo en madera y en estos días viaja a llevársela. Fíjate si pueden coordinar.

–Hola, Gerardo ¿cómo estás? ¡Si! ¡Lo “re” conozco! Una vez nos juntamos a comer un asado en su quinta. ¡Mirá vos! ¡Qué bueno lo que me contás! No sabía que era carpintero ebanista. Mañana mismo me pongo en contacto.

Pospuse mi anterior entrevista para organizar la de José, ya que contábamos con poco tiempo y no quería que se nos escapase la oportunidad de entrevistarlo. Al día siguiente y sin perder tiempo, le mandé un mensaje de audio diciendo:

–¡Hola, José! ¿Cómo estás, “flaco”? Che, me escribió Gerardo, contándome lo que hiciste en madera. Me encantaría verlo y que me cuentes un poco de qué se trata. –Y le pregunto: Che, “flaco” ¿Viste algo de Hobbialo?

–Hola, Pato ¿Cómo estás? ¡Tanto tiempo! Al escuchar tu mensaje me hiciste reír, porque ¿Sabés qué? Tengo un grato recuerdo tuyo acá, en la quinta.
José, al poco tiempo de vivir en Villa Ascasubi organizó junto a Cecilia –su mujer–, una cena en donde invitó a todas las maestras de su hija Emilia, entre las que se encontraba Marina –mi novia–, quien en ese momento era su maestra de danza clásica.

José, continúa:

–Recuerdo que viniste a cenar a casa acompañando a Marina y surgieron muchos temas de conversación donde vos te “prendiste” a todos y cada uno de ellos de una forma muy pasional. Me quedó muy grabada tu personalidad con gran sentido del humor.

–¡Ja ja! ¡Con Marina siempre nos acordamos de esa noche y lo bien que la pasamos! –le respondí entre risas, memorizando algunos de los sucesos de aquella cálida noche.

–Che, Pato. Oíme. No sé bien de qué se trata esto de Hobbialo. “Pasa” que yo no uso Internet, sólo tengo Whatsapp. Me parece que algo ví sobre una persona que hace unos autitos a escala ¿puede ser?

–Sí, José. Esa fue la historia #9 de Hobbialo, la de Mario Gutiérrez.

–Che, ¡qué bueno! Contame un poco más de Hobbialo.

Al contarle la idea y propósito de Hobbialo, José, se muestra más convencido de hacer la entrevista y me dice:

–Pato, hoy no puedo, pero vos quedate tranquilo que sí o sí la hacemos antes de que yo me vaya. De todas maneras, no te imagines que te vas a encontrar con un trabajo de ebanista. Hice la mano de mi hijo con unas pocas herramientas que me quedaron. Aparte, perdí mucha práctica en todos estos años que pasaron desde mi último trabajo en madera.

–¡Dale, José! ¡Vos no te preocupes! Avisame a la hora que sea y yo me organizo para ir. Me resulta más que interesante todo esto de la mano que creaste.

Pasó un día y mientras estaba cerrando la puerta de mi negocio, cerca de las nueve de la noche, recibo una llamada de José:

–¡Pato, venite para casa! Te espero con unos mates así charlamos y hacemos la entrevista, porque mañana me voy de viaje.

–Hola, José ¿cómo estás? ¡Perfecto! ¡Dame diez minutos para organizarme y voy!

Mientras preparaba todo, no dejaba de pensar en cómo haría las tomas fotográficas siendo de noche. La luz del día juega un papel muy importante para mostrar el trabajo de los hacedores. Sin embargo, no podía dejar escapar esta historia. Así que, mientras me dirigía a su casa pensaba de forma muy positiva: No importan las fotos, seguro el “flaco” me cuenta una “flor” de historia.

La naturaleza como escenario

Al llegar a su casa, además de encontrarme con la imponente arboleda de eucaliptos, pinos y sauces –entre muchas otras especies–, me topé con una tranquera cerrada con un peculiar cartel escrito a puño y letra que decía: –“Familia en cuarentena, quédate en casa”, –firmado de la siguiente manera: –“Cuidame, Emilia, 7 años”. Al leerlo, un recuerdo de aquella noche, en donde fuí a cenar, llegó a mi mente. Él me había comentado que casi no invitaba gente a su casa y que los que iban eran personas especiales para su familia. Sabiendo esto, ¡imaginen lo afortunado que me sentí! ¡Estaba siendo invitado por segunda vez a pisar su tierra!

Cartel de Emilia

Al bajarme de mi vehículo para abrir la tranquera escucho ranas, chicharras, cobullos y grillos corear una melodía que me invitaba a tomarme un segundo para cerrar los ojos, respirar profundo y conectarme con la paz que transmite un lugar tan mágico como la quinta del “flaco” Cerviño.

Quinta de José

Golpeé las manos para anunciar mi llegada. Entonces, salen a recibirme con una sonrisa Cecilia y Emilia:

–¡Buenas! ¿Cómo andan? –Les digo sonriendo, para devolverles el gesto.

–Hola, Pato. Bien, acá estamos con Emilia, disfrutando de la hermosa noche que hace. De este lado de la casa siempre está más fresco porque no le da el sol a la tarde. ¿Vos, cómo estás?

–Sí, la verdad que hace un “nochón”. Acá ando. Lo vengo a ver al “flaco”, lo quiero entrevistar, ja ja. ¿Por dónde anda?

–¡Sí, algo me contó! ja ja. Ya viene. Está calentando el agua para el mate. Sentate, si querés. Ahí él preparó todo para recibirte.

En su patio, bajo un cielo estrellado, José había armado un escenario perfecto para realizar la entrevista. Había dos reposeras, un viejo cajón de madera que cumplía perfectamente la función de una mesita, y por supuesto, sobre el cajón se encontraba el mate listo ¡un clásico de las historias de Hobbialo!

Al intentar sentarme en una de las reposeras, Cecilia, me detiene:

–¡Esperá, Pato! ¡En ésa, no! ¡Ésa, es de José! ¡Vah! En realidad, solo él la sabe usar ¡porque si te movés mucho, “pasás” para el suelo!

En ese momento, llega José. Venía caminando descalzo y con el termo de agua caliente en su mano y me dice:

–Hola, Pato. ¿Cómo está la salud?

–Hola, “flaco”. Acá andamos, bárbaro por suerte. ¿Vos, cómo estás?

–Acá andamos, organizando todo para el viaje. ¡Mamadera! ¡No calculé bien el tiempo y cantidad de trámites que tenía que hacer! Así que, anduve a las corridas hasta último momento. Pero bien. ¡Ya tengo todo listo!

Ya sentados, comenzamos a intercambiar las primeras palabras de lo que sería una larga y enriquecedora conversación, como ya me tiene acostumbrado José. Mientras todo fluía con naturaleza, José comienza a preparar el mate y antes de cebar el primero, se levanta y se dirige a su casa. A los pocos minutos, aparece con un tubo de pvc color blanco, adornado con un “pompón” en una de sus dos tapas de madera y una vistosa manija en la parte superior, ambos fabricados en lana. Lo deja sobre la mesa y me dice:

–¡Mirá, Pato! ¡Ésta sería la presentación!

–¡José! ¿Se acabó el gas? –Le pregunta Cecilia, a lo lejos.

–¡No, no tengo idea, amor! ¡Capáz que sí! ¡Qué sé yo! –le responde José, de manera muy despreocupada.

Mientras tanto, yo abría aquel tubo de pvc que se había convertido en una especie de cofre, resguardando aquella obra de arte como si de un tesoro se tratase. Al abrirlo y recordando un poco sus palabras en donde me aclaraba que no debía ilusionarme con su creación, quedé aún más sorprendido al verla. Hasta me sentí impresionado por el realismo con el que José había creado la mano de su hijo, en un trozo de madera. ¡Y qué decirles, de toda la carga emocional que me transmitía, después de saber un poco la historia detrás de su creación!

José, me había contado que la posición de los dedos de aquella mano de madera no era al azar. Que si le ponemos una guitarra, los dedos marcarán de forma precisa una nota musical, Sol séptima mayor (Solmaj7/Gmaj7). Nota que, su hijo a los diecisiete años, había decidido implementar como variación para mejorar los arreglos musicales, mientras “sacaba” un tema con la guitarra. Al ver la alegría de su hijo, José, quiso perpetuar ese momento en una escultura de madera. Así que, agarró un calibre y le tomó todas las medidas de su mano mientras hacía la afamada nota. Luego, realizó un boceto a escala con cada una de aquellas medidas, pero, vaya uno a saber porqué, José, nunca realizó aquella escultura.
De aquel día, pasaron treinta años. Y ahora, mientras José planeaba viajar a Europa para visitar a su hijo, –y por esas casualidades de la vida– revolviendo unos papeles aparece todo arrugado y “mugriento” aquel viejo boceto. Fue entonces, que la motivación que en aquel momento le faltó, hoy lo invadía para retomar aquella vieja inspiración y le puso manos a la obra.

Unió tres trozos de maderas diferentes que guardaba desde el año 1982. Cada una, representando una década transcurrida desde aquel momento. Luego de diez días, trabajando casi de manera improvisada y usando sólo un par de gubias, un pedazo de algarrobo como martillo golpeador y un viejo serrón, José, logró darle vida a ese trozo de madera, convirtiéndolo en un extraordinario obsequio para su hijo.

Lucas Cerviño, deleitándonos con una de sus melodías.

También nos contó, que al realizarlo de una manera improvisada, intenta dar un mensaje: que no hace falta tener un taller con herramientas de última generación para aventurarse a crear lo que soñamos y que la pasión y la paciencia pueden lograr cosas increíbles.

Luego, José, comenzó a contarme todos los sentimientos que transitó mediante el proceso, desde que apareció de entre un trozo de madera el primer dedo, al descubrimiento total de la mano de su hijo. De la participación de Emilia, en el armado de la manija y Cecilia, en el “pompón” de la tapa. Por último, nos detalla que sólo le faltaba el pulido para estar terminada.

Esta introducción nos muestra el trasfondo de esta maravillosa creación, exponiendo parte de la personalidad de José, pero para conocerlo aún más a fondo, continuaremos con la entrevista y las clásicas preguntas de Hobbialo:

Sección preguntas y respuestas

¿Quién eres en este momento?

En este preciso momento, lo más apasionante mío, es que soy un ser humano que está entrando en un ciclo perfecto: el ciclo de la vejez anhelado por mí. Yo no anhelo tener dieciocho años; a esa etapa, ya la gasté. Me cansé de andar, de caminar, de conocer y vivo cada etapa con mucha pasión. Y ésta, que me toca vivir ahora, es tan bella como la adolescencia. Soy nuevo en este camino de la pre-vejez. Tengo sesenta y cuatro años y ponele que si todo se diera bien, llegue a los setenta. ¡Uff! ¡Sí que estaría muy bueno llegar hasta los setenta! 

Me considero una persona con suerte. Viajé diez años como mochilero buscando mi lugar. Lo único que sé, es que Córdoba es el lugar más bello del país. Y lo puedo certificar ante cualquier persona. Pero nunca pude encontrar ese lugar en donde uno puede decir: ¡Éste es mi lugar en el mundo! Eso no sucedió hasta que a la vida se le antojó que conociera Villa Ascasubi. Un pueblo único. El nivel socio intelectual que tiene es muy, muy elevado. Para mí, la cultura no es ir muchos años a una facultad. La cultura es cuando sales afuera, miras a los ojos a tu vecino y con voz clara y contundente le dices: –¡Hola, Jorge! ¡Buen día! ¿Cómo está tu hijo? Y eso, se da cotidianamente acá, a tal punto que a mí me costó adaptarme. Cuando vine con todas las enfermedades de las grandes urbes y entrando a la vejez, la primera persona que me crucé fue a una adolescente que me dijo: –¡Hola, buen día! La miré, y pensé: –¡Guau!  ¿En qué momento me convertí en un sex-symbol? ja ja. Y al ver que la segunda persona también me saludó de la misma manera, me dí cuenta que no estaba preparado para vivir en un nivel cultural como éste. Por lo tanto, Villa Ascasubi se convierte en mi lugar en el mundo y sin ninguna duda, acá termina mi vida, en la quinta, sobre el río, cerca del puente.

Este es un momento de oro de mi vida. Tengo una visión muy atípica de la muerte. Para mí, es lo mismo que el nacimiento. Me cuesta hablarlo con la gente. Imaginate que yo les digo que me estoy poniendo las investiduras para trasladarme. Me miran y me dicen: ¡Eh! ¡pero si estás bien, aún eres joven! Me parece que el ser humano no disfruta de los momentos porque no se da cuenta de cómo son. Yo me siento un iluminado por haber vivido sesenta y cuatro años, en donde a cada uno de esos años los exigí y viví al “recontra mango”. Hice todo lo que puede hacer una persona. Y ahora, estoy viviendo el gozo más pleno, preparándome para el traslado a no sé dónde, con la mansedumbre absoluta. Yo estoy casi seguro de que si alguien tiene tiempo libre y va a verme a mi morada, voy a lucir con una fina sonrisa porque estoy viviendo la vida tal cual es. 

Soy consciente de que ya no corro como antes y creo que lo peor que le puede pasar al ser humano es mentirse. Hay que aceptar la vida como es, sin mirar atrás. En mi caso ¿qué se viene? ¡El fin! ¡Guau! ¡Qué bueno llegar al fin! La carrera es lo más apasionante. Un tipo que corre en auto ¿qué quiere hacer? ¡Quiere llegar a la meta! Y sin embargo, el humano sufre porque quiere ir primero pero no quiere cruzar la meta. ¿Qué pasa? ¿Por qué no queremos cruzar la meta? Yo estoy listo, preparado para felizmente cruzarla.

¿Cuál es tu hobby y cómo lo descubriste?

La carpintería ebanista hoy se convirtió en mi hobbie. En realidad, fue mucho tiempo mi profesión, ya que tuve la dicha de trabajar en algo que me gustaba. Mi última gran obra fue hacer el Museo de Arte Religioso en el Buen Pastor, hace 21 años atrás. Y hoy, se incorpora nuevamente en mi vida, como un hobbie, a partir de la necesidad de llevarle un obsequio muy especial a mi hijo, que se encuentra viviendo en Europa. 

En realidad, mi hobbie natural desde que nací siempre fue moverme, viajar. Nunca tuve dinero, así que lo hacía como mochilero y fue un plan perfecto. Mientras tanto, trabajaba de cualquier cosa a cambio de comida. Trabajaba siempre por las mañanas y por las tardes me dedicaba a conocer las costumbres y la cultura de cada lugar en el que me encontraba.

Viajar así, me permitió conectar con mucha gente. Con esta misma modalidad, recorrí todo el país. Anduve diez años viajando. Ése fue mi hobbie, mi locura, mi pasión. Mientras viajaba, la vida me hizo regalos tremendos como aprender teatro y estar tomando mates con el famosísimo Alfredo Alcón. 

También fui modelo. Llegué a desfilar en el Sheraton, que para esa época era un boom. Desfilé junto a grandes celebridades del momento. También fui modelo de peluquería, y junto a un peluquero llegamos a ganar un concurso a nivel nacional, en el que fuimos campeones argentinos. Al llegar a la final, el peluquero me dice: –Flaco, yo necesito ganar para que mi vida cambie para siempre ¿Qué se te ocurre? –Entonces, yo le dije: –Mirá, yo no soy distinto a los otros modelos pero lo puedo ser: hagamos algo revolucionario. En esa época, los hombres no se teñían el cabello, salvo alguna persona mayor para taparse las canas, así que le dije de teñirme de platinado, como Susana Giménez, ¡y así fue como ganamos el campeonato! ja ja. ¡Fue muy gracioso! Luego de eso, me dije a mí mismo que ¡nunca más, sería modelo de peluquería! 

Como todas mis experiencias, llegaba a un momento cumbre en donde yo consideraba que más alto no podía llegar y abandonaba. Volvía entonces, a comenzar con otra “cosa” nueva. Mi vida son ciclos. Todo esto transcurría mientras viajaba, yo lo hacía para poder comer y por que tenía una gran pulseada interna: mi padre faltó cuando yo era muy chico y me tocó salir a trabajar ingratamente en muchos lugares donde el trato hacia mí, no era el mejor. Allí entendí, que yo, quería otra cosa. No quería ser un don nadie, e hice todo para no serlo. Paradójicamente, hoy, todo lo que hago lo hago para ser un don nadie y pasar totalmente desapercibido. 

¿Qué te motiva a hacerlo?

¿Sabés por qué llegué a hacer ésto? Porque mi hijo me enamoró. Otra gran motivación, es el solo hecho de estar vivo. ¡Sí, estar vivo! Tuve la suerte de estar incapacitado, por un accidente tonto que tuve mientras trabajaba en un hotel en Bariloche. Me fracturé una vértebra, lo que hizo que estuviese que estar un periodo de siete meses inmovilizado, utilizando una silla de rueda. Mi perspectiva cambió, pasé de ver el mundo desde un metro ochenta a verlo desde ochenta centímetros. Me encontré con muchas dificultades que antes eran insignificantes. Fue una etapa muy difícil pero a partir de eso valoro cada segundo de mi vida. Valoro mi cuerpo en su totalidad. Yo me levanto a la mañana y veo que está todo funcionando como hace sesenta y cuatro años. Soy un agradecido de la vida. ¡Mirá si no voy a estar motivado! Tengo la obligación de honrar la vida.

¿Cuáles son tus sueños y objetivos en cuanto a tu hobby?

Entre medio de mis sueños y expectativas está mi nieto, que me movió un montón de engranajes que se encontraban oxidados. Me lleva a ser un niño nuevamente. El ciclo de la vida, inevitablemente, nos lleva a convertirnos en niños otra vez: a jugar con autitos, con el barro y con los botones. Mi objetivo es no porfiar a la vida: hay que aprender a leerla y aceptarla en cada etapa. Si logramos ésto, entenderemos que la vida es prácticamente perfecta de comienzo a fin. Mis objetivos son objetivos cumplidos y si me queda alguno sería terminar de convertirme en un granjero. Me encanta hacer lo que no sé.

¿Vale la pena hacer lo que te gusta?

Si, por supuesto. Si no hacés ésto no hay ninguna guía adelante. No hay sentido. Giraría en el vacío. Tenemos que encontrar personas que sean nuestros pares, nuestros conocidos y ojalá también sean nuestros amigos. Insisto, nosotros somos en medida que seamos manada: la clave, es la unión entre nosotros.

Excedente retirado con gubias

¿Un momento épico?

Sin duda, crear el Museo de arte religioso, que es único en Latinoamérica. Desde la casa madre del Buen Pastor, que se encuentra en una isla en Francia, vino un monja muy importante. Algo así como la Papisa. Una mujer líder a nivel mundial dentro del catolicismo. Cuando llegó a Córdoba, me dijo: –José me hablaron de vos, y necesito que me lleves a conocer las costumbres argentinas y mientras hacemos eso, tengo que hablar contigo. Nos subimos a mi Peugeot 505 y lo primero que le pregunté fue: –¿Usted sabe cebar mate? –Me respondió que no. –Entonces, ahora usted va a aprender una de las costumbres más importantes de Argentina, si no es que es la más importante. También, le consulté si le gustaba la música clásica y me respondió que sí. Busqué un viejo casette y partimos con rumbo a Mendoza, a conocer los viñedos.

Ya en el convento, en Mendoza, había un “chango” que trabajaba allí y era un muy buen asador. Así que nos pusimos en campaña para que la monja degustara un rico asado argentino, debajo de un viejo algarrobo. Fui a una carnicería y compre dos kilogramos de molleja para que el “chango” las asara. Cuando el asado estaba listo, nos sentamos en una mesa, donde alejado de todo el protocolo que la hermana estaba acostumbrada, había sólo un par de cubiertos, nada más. La hermana me miraba desconcertada, mientras yo tomaba el pan, lo cortaba al medio, le ponía un pedazo de molleja, diciéndole: –¡Tome, éste es el suyo y éste es el mío! –Y ahora, ¿qué hago con ésto? –me dijo, sin salir de su asombro.  Entonces, pasé a explicarle, que debía tomar el sandwich con la mano, morder y luego cortar con el cuchillo, al mejor estilo “gaucho”. No dudó en intentarlo y al probar el sabor de la molleja, quedó fascinada. Destapamos un buen vino mendocino y pasamos una tarde extraordinaria. En un momento, me dice: –José, yo vine a Argentina por un motivo. El Buen Pastor no tiene un museo de arte religioso, y considero que tú eres la persona que lo tiene que hacer. Recuerdo que me entregó las llaves de las catorce habitaciones que salen a la galería en forma de “U”, del Buen Pastor, y me pidió que recorriera todos los conventos del país, para rescatar las antigüedades más importantes y poder armar a mi gusto el museo.

Y así fue. Estuve como tres años viajando, recolectando antigüedades religiosas y restaurando muchas de ellas para armar una habitación que tenía más de ciento veinte años sin ser modificada y en donde realicé muchos trabajos de ebanistería. Conocer a esta mujer y crear el museo fue un hecho épico para mí. Fue muy importante. Y fue allí, que entendí que era mi momento cumbre dentro de la ebanistería. Fue como un homenaje a mi abuelo, que fue quien me inculcó todo lo que sé de este hermoso oficio. Entonces, decidí dejar de hacerlo. Regalar todas mis gubias y piedras, fue mi brindis con champagne de esta profesión.

¿Cómo definís el éxito? 

El éxito, es la salud, es la familia. No es otra cosa que eso. Nosotros estamos hechos para vivir en manada y necesitamos salud para formar la nuestra. 

¿A quién le dedicas tu mayor creación? 

A mi abuelo, sin duda. Él fue un maestro para mí.

¿Algo que quieras agregar? 

Un mensaje a la sociedad: que la vamos a reestructurar en la medida que haya creatividad y gente que abra las manos. Quiero aplaudir el gesto de venir a conversar conmigo, es un gesto muy noble. Es muy raro que alguien detenga su vida para trabajar por los demás. Ésto que hacés, son pequeñas grandes obras, y si tengo que ser honesto desde mi experiencia en editorial, no me parece un trabajo de calidad, pero lo extraordinario es el mensaje que das. Es muy motivador que los lectores de estas historias puedan ver pasar por la calle a los protagonistas. Los pone a pensar en la posibilidad de que ellos también pueden tener un hobbie, entonces quizás y solo quizás, en ese preciso momento, puedes llegar a iluminar a esa persona, para que deje de estar perdiendo el tiempo haciendo algo que no lo motive, y comience a dedicarse a vivir su pasión.

José nos envió este audio luego de visitar nuestro sitio web hobbialo.com

Sección despedida

Antes de despedirnos, José, me hizo saber que a pesar de ser una persona algo “ermitaña”, que disfruta profundamente de la soledad, cada tanto tiene la necesidad de hablar, pero con personas elegidas por él. Y que lo que me contó de su vida, pocas personas lo saben.

Sin darme cuenta, creo que al ir a entrevistarlo, llené un huequito en su vida, que a él le hacía falta y que le hizo muy bien. Sus palabras me hicieron sentir privilegiado. La verdad, es que en esta historia, plasmamos sólo una pequeña parte de su interesante vida. El resto de los detalles, considero que me los contó a mí y los atesoraré, como amigo que ahora soy de José. Nos pusimos de pié y nos fundimos en un abrazo. Quedamos en encontrarnos, luego de su viaje, para que nos cuente la experiencia al entregar tan extraordinario obsequio a su hijo.

Sección conclusión o cierre de nota

En resumen, la conclusión de esta historia destaca la importancia de salir de nuestra zona de confort y explorar el mundo para descubrir nuevas experiencias y aprender de la vida de los demás. José, es un ejemplo de alguien que vive la vida con pasión e intensidad y que ha encontrado un equilibrio entre la soledad y la interacción social. Su historia es un recordatorio para todos nosotros de que a veces, la vida puede ser más rica y significativa si nos animamos a saltar fuera de nuestra pecera y vivir como un “perro verde”.

Sección networking

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Hobbialo

Hobbialo es un espacio para destacar historias de personas que viven a través de su pasión. Buscamos conectar y motivar a las personas, mostrando un poco más el trabajo de los hacedores como una linda excusa para que todos hablen de sus pasiones.

Esta entrada tiene 7 comentarios

  1. Nabila

    ¡Qué hermosa historia Pato! Gracias por compartirla.

      1. Manu Cerviño

        La leí en voz alta y tuve que detenerme tres o cuatro veces: Se me anudó el garguero. No solamente porque se trata de mi padre y su voz, que indefectiblemente quedó registrada en esta nota, y de las briosas y sutiles manos de mi hermano. Creo que en esta conversación se tocan todos los asuntos graves de la existencia. Quedaron patentes el tiempo y su paso, la distancia, la nostalgia, la vida, la muerte, el padre, el nieto, la memoria de una juventud lejana y la vejez, la consternación, y por sobre todas las cosas la conmoción del que conoce sus límites pero los forcejea porque sueña un horizonte diferente. Muchas gracias

  2. Manu Cerviño

    La leí en voz alta y tuve que detenerme tres o cuatro veces: Se me anudó el garguero. No solamente porque se trata de mi padre y su voz, que indefectiblemente quedó registrada en esta nota, y de las briosas y sutiles manos de mi hermano. Creo que en esta conversación se tocan todos los asuntos graves de la existencia. Quedaron patentes el tiempo y su paso, la distancia, la nostalgia, la vida, la muerte, el padre, el nieto, la memoria de una juventud lejana y la vejez, la consternación, y por sobre todas las cosas la conmoción del que conoce sus límites pero los forcejea porque sueña un horizonte diferente. Muchas gracias

    1. mauriciovilche

      Hola, Manu. Muchas gracias a vos por leernos y dejar tan extraordinario y sentido comentario. Tu papá es un genio.

  3. Agustin Cerviño.

    Hermosa historia Pato. Gracias por entrevistar a estos grandes artistas ocultos.
    José, cuantas hermosas historias llevas con vos. Orgulloso de llevar esta sangre. Gran trabajo en madera y que gran equipo hacen los 3.
    Saludos desde Venado Tuerto.

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