Historia #3: Juan Beltrán, Macramé

En esta oportunidad, les presento a Juan Beltrán. Su hobbie es crear tejidos utilizando distintas técnicas de macramé. Con Juan, nos conocemos desde hace mucho tiempo pero esta historia comienza a trazarse unos meses atrás.

Juan en su galeria junto a sus craciones.

Todo sucedió una mañana en Carmela –un café de nuestro pueblo–, en donde apenas entré, ví que estaba Juan. Estaba sentado en una de las mesas con uno de sus hijos, Leonardo (que además, es mi amigo). Por supuesto, me invitaron a sumarme a su mesa. Entonces, yo pedí un cortado y comenzamos a hablar. Con Juan, los temas de conversación nunca faltan. Me contaba que dentro de muy poco se jubilaba y que tenía pensado para ocupar el tiempo, volver a hacer tejidos macramé. Y como esas cosas del destino que parecen conspirar para que finalmente suceda lo que uno imagina, pensé: –¡Yo venía con la idea de hacer estas historias de hobbistas!–. Entonces, le comenté muy por arriba de qué se trataba. Él, automáticamente me dijo: –Si hacen algo, ¡Yo me prendo! ¡Me gusta la idea!
Desde ese momento, Juan fue un referente y ejemplo para nosotros cuando ideamos Hobbialo.

De esa conversación, habrán pasado cinco meses o más. No recuerdo bien la fecha, pero pasó bastante tiempo. Nos volvimos a cruzar muchas veces pero no hablamos más el tema de Hobbialo, sino hasta que se publicó la primer historia, la de Caballos Resilientes, de Fernando Bertea. Luego de leerla, Juan fue a mi negocio y me dijo:

–¡Qué lindo lo que hace Ferni! (Fernando Bertea) ¡Qué linda la historia que hicieron, Pato!

–¿Viste, Juan? Mañana largamos la historia de Eda. ¡No te la pierdas, que quedó hermosa!

–Sí, algo ví que publicaste. ¡Cómo pinta tu abuela! ¡Es una maravilla!

–Mirá que la próxima historia es la tuya, Juan –le dije como para recordar esa charla que habíamos tenido en el café.

–¡Sí, sí! Yo ya te dije, que si hacían algo, yo me sumaba. Vos avisame nomás y te espero en casa.

–Listo, ¿Te parece que vaya la semana que viene? 

–Sí. Vos avisame y yo te espero. Podría ser comiendo un asadito también, jajaja

Y fue así que Hobbialo tiene una nueva historia que contar. 

Llegado el día acordado, le envié un mensajito de texto que decía: –Juan, en 20 minutos voy. Avisame, si podés. –A lo que me responde, –Dale, Pato, te espero, vení nomás–. Agarré mi mochila, me subí a mi bicicleta y un par de pedaleadas después, ya estaba frente a su casa,. Golpeé la puerta del garaje y desde el otro lado se escucha la voz de Juan en tono de locutor y entre risas:

–¡Susana, prepárate! ¡Llegaron los del canal! ¡Los chicos de Hobbialo! 

Abrió la puerta y entre carcajadas se asomó hacia afuera y me pregunto, –¿Dónde están las cámaras?

Yo, siguiéndole la corriente y mientras entraba por el garaje le respondí –¡Dejá la puerta abierta que vienen atrás mío! ¡Y andá a ponerte lindo que hoy salimos en la T.V.! –ja ja

Entre risas Juan me dice, –¡Vení, vamos a la galería! 

Preparé todo afuera así estamos tranquilos y cómodos. Aparte ¡Mirá el “diaso” que hace!

Cuando salimos afuera me encontré sobre la mesa sus creaciones. Había carpetas, espejos, maceteros, caminos de mesa, frascos, atrapa sueños entre muchas otras cosas. Estaba todo ahí, exhibido con mucha prolijidad.

Creaciones de Juan Beltrán

Me puse a ver cada una de ellas. Las levanté y las acomodé para hacerles unas fotos. Son de esas cosas que se sienten hechas por la mano. Se sienten muy artesanal.

–¡Juan! ¡Qué lindo lo que hacés! ¡Me encanta!

–Y eso que ahora tengo pocas cosas. Sé tener un montón, pero bueno…

–Bueno, Juan, ¿Querés que arranquemos con las preguntas? Como habrás visto en las historias anteriores la idea es hacerlo de forma natural. Contar un poco la historia detrás de tu hobbie, de manera relajada y como más te guste contarla. Ahora, voy a poner el teléfono para grabar para luego poder escribir tu historia, ¿Te parece?

–Dale Patito. ¡Algo irá a salir de todo esto! ja ja.

Puesto el teléfono en grabar, no alcanzamos a empezar que una llamada nos interrumpió con el inicio de la charla. Era una de esas llamadas para ofrecer descuentos o nuevos servicios, así que, como no me interesaba corte y le dije, –Disculpá Juan, son llamadas de las compañías que quieren vender. –¡Sí! ¡Ni me hables! A mí, todos los dias me llaman. Si no es de Toronto, es de Noruega, o de Estados Unidos. ¡Hasta de México me llamaron! ja ja ¡Dejate de joder, no los atiendo más! Sigamos. Vamos con las preguntas de hobbialo.

¿Quién es Juan Beltran en este momento?

–¿Yo? Un tipo feliz. Un abuelo feliz. A esta edad y ya jubilado puedo hacer lo que quiero; disfrutar, salir con mi señora a pasear… Haber trabajado me permite disfrutar ahora tranquilo, sin sobresaltos. Por que si se quiere no tengo sobresaltos. Siempre he tenido buenos trabajos y ahora eso se ve reflejado en una jubilación más o menos buena, lo que me da mucha tranquilidad. Es disfrutar después de haber cumplido mi ciclo laboral.

Juan, a esto del macramé ¿Lo hacías antes o después de jubilarte?

–Esto lo hacía desde antes. Tenía un trabajo en el que salía a las 2 de la tarde, así que me hice un curso donde aprendí las técnicas. Me fue muy fácil. En la segunda clase ya estaba haciendo lámparas, cortinas, de todo. Cuando cambié de trabajo no pude seguir haciéndolo y ahora que me jubilé lo retomé como para tener para regalar, y si se podía vender se vendía, pero no era lo importante. Más que nada lo retomé para tener en movimiento la mente y las manos, para que no me encuentre la vejez sin hacer nada. Dicen que hace mal, pero la verdad es que yo la paso bien sin hacer nada ja ja.

¿Cuál es tu hobby y cómo lo descubriste?

–Mi hobbie, es hacer tejidos utilizando técnicas de macramé. Y ¿Cómo lo descubrí? En realidad, yo en mi anterior trabajo tenía una compañera que me invitó a hacer un curso de macramé, que se dictaba en la Casa de la Cultura, en Río Tercero. En ese primer momento me dije: ¿Para qué me voy a meter en eso? Como que no le encontraba sentido. Pero me convencí, y fuí a probar. En la segunda clase, ya tejía muy bien. Se vé que tenía la habilidad y sólo faltaba que alguien me enseñara… ¡Qué sé yo! 

Lo primero que hice fue una lámpara y se la regalé a mi mamá, y de ahí arranqué. Me gusta mucho. Nada más, que a veces me frena un poco el tema de los materiales. Tenés que ir a comprar a las casas mayoristas. Acá en el pueblo no hay nada de lo que uso y tengo que viajar a Córdoba. Además, tenés que contar con unos “mangos” para que valga la pena el viaje. “Estockiarte”, no son sólo piolines; son frascos, marcos, argollas, espejos y todas estas cositas que acá, lamentablemente no se consiguen… Pasamanerías creo es el nombre. Y antes, lo que sí hacía era pintar. De chico dibujaba. Me gustaba mucho dibujar. ¡Se vé que tengo un lado artístico, que salió ahora de viejo! ja ja.

¿Qué te motiva hacerlo, Juan?

–Es una satisfacción interior, personal. Al principio reniego. Se me empiezan a cruzar los piolines y tenés que desatarlos. He llegado a hacer tejidos de más de dos metros y, cuando lo veo de lejos, veo que no coinciden algunas figuras. No me voy hacer el perfeccionista, pero vos lo vés, y decís, –¡Esto no lo puedo ofrecer así! Y mi familia me dice, –¡Pero Juan, si es artesanal, no tiene que ser perfecto! –Pero no puedo verlo así. Así que, empiezo a desatar todo y arranco desde cero. Si lo querés hacer bien tenés que renegar, ja ja. ¡Vah! Pienso yo. ¡En realidad reniego de todo! ja ja ¡Soy renegón! Un renegado.

–Una vez que lo termino, por ahí viene uno como vos que me dice, –¡Juan, que lindo que está! –¡Eso es la satisfacción! También me pasa cuando yo lo veo terminado, y digo, –Bueno, renegué, lo desaté tres o cuatro veces, pero ¡Mirá lo lindo que me quedó! ja ja. Y no paro de mirarlo. Capaz lo hice hace mucho tiempo, y paso mil millones de veces, lo veo, y las mil millones me digo, –¡Fuá, Juan! ¡Qué bueno que te quedó! ja ja. Igual, al proceso lo disfruto mucho ¡Que no se mal entienda! Me mantiene en movimiento.

¿Te gustaría que alguien de tu familia lo siguiera?

–¡Me encantaría! ¡Pero nadie quiere seguir! ja ja. Una lástima. Pero bueno, hacen otras cosas. ¡Qué se yo! Por ahí, de grandes lo agarran. Vos cuando sos chico tenés que hacer otras cosas. Yo era así de chico. Ni pensaba hacer esto. A mí, mi mamá me mandaba a guitarra sin que a mí me gustara y yo odiaba ir a aprender guitarra. No iba. Directamente no iba. No me gustaba, no me llamaba. “Si uno no lucha por lo que quiere, vos te podes negar por diferentes motivos, hacer otras cosas, pero a la larga siempre el cuerpo te pide hacer lo que te apasiona”. Muchos artistas llegan por haber luchado, haber tenido esa convicción de hacer lo que les gustaba. Pasaron miserias al principio pero al final llegaron. Yo lo hago ahora que me jubile, no tengo la necesidad de generar ingresos así que me dedico a hacer lo que me gusta.

¿Cuáles son tus sueños y objetivos?

–Mis sueños son pasear, disfrutar, salir, conocer. Con Susana (su esposa) nos lamentamos que ya estamos medio viejos como para ir al exterior. Ya nos da miedo que nos pase algo por ahí, pero también tenemos muchos lugares hermosos por conocer aquí cerca. Lo demás está cumplido. Mientras que los hijos, los nietos y la familia estén bien, otro sueño creo que no tengo, no siento que me falte nada por cumplir.

¿Cuáles crees que son los mayores retos que tendrías, si quisieras vivir de esto?

–El mayor reto es que la gente entienda que lo artesanal tiene un valor que excede a lo material, excede a todo, son horas de trabajo, horas de vida donde uno pone su capacidad y creatividad al servicio de los demás. Te tomás todo el tiempo necesario para que todo el proceso salga bien. Hay mucha diferencia entre lo artesanal y lo producido de forma industrial donde lo hace una máquina, una matriz en forma secuencial. Entonces, a veces, la gente busca compararlo con estos productos y ahí es donde encuentro el reto, en hacer entender que los procesos, costos y tiempos son diferentes. También me encuentro con gente que entiende el verdadero valor de lo que hago y me doy cuenta por que se sienten halagados de tener mi creación. Más allá si lo compran o se los regalo, yo me siento halagado de la misma manera que ellos. Es algo mutuo. Entienden lo que hay detrás del producto.

¿Qué es el éxito?

–¿Éxito?… ja ja. ¡Yo soy exitoso! ja ja. He logrado cumplir con lo que soñé de chico, tener una familia que sea unida, que estemos juntos, que nos queramos, que nos respetemos. Tener una familia, verlos crecer y saber que van bien. Sentirse querido, andar por la calle y sentirte que la gente te quiere. Éso, es el éxito para mí, estar bien conmigo mismo y con los demás.

Juan Beltran

¿Vale la pena hacer lo que te gusta?

–¡Sí! ¡Toda la vida! Es una descarga. El cuerpo y la mente moviéndose. Lo volvería a hacer siempre. Tiene mucho potencial. No hay límites, en mi caso. En el macramé ¡Se puede hacer lo que te imagines! Como dije, no tiene límites, depende de tu creatividad.

Sección despedida

Culminando la historia, Juan nos agradeció por haberlo tenido en cuenta para contar su historia, y nos aclaró que quería aprovechar esta entrevista para compartirnos estas palabras:

–”La edad no es un impedimento para hacer las cosas, por lo contrario, tenemos un poco más de paciencia para hacer aquellas cosas que antes parecían difíciles. En mi caso, cuando me mudé a Villa Ascasubi me faltaba cursar el secundario completo y yo ya era adulto. Tenía entre 35 y 37 años, no recuerdo bien, y la directora me permitió cursar desde el primer año a sexto año. Acción de la que estoy sumamente agradecido. Al macramé también lo aprendí de grande y ahora jubilado puedo felizmente dedicarme a esto”.

Juan se puso a disposición de cualquier persona que quisiera aprender macramé. Aclaró que no sabe si será un buen maestro pero su intención es que no se pierdan las técnicas ancestrales que nos preceden. 

En lo personal, fuí a visitar a un amigo que hace macramé para documentar su historia, y me encontré con un artesano con todas las letras. En su casa se respira arte por todos sus rincones. Entre todos los adornos hechos por Juan, había varios murales que también había pintado. Todo me hacía pensar que estaba frente a un artesano nato, de esas personas que lo que les sobra es habilidad en sus manos, que pueden crearlo todo.

Sección networking

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Esta entrada tiene 6 comentarios

  1. luisina pagliano

    Sos el uno, Juancito! 👏👏👏
    Feliz de haberlo conocido!
    Cariños

  2. Pingback: “Una silla es un objeto muy difícil. Un rascacielos es casi más fácil” | Hobbialo

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