Historia #9: Mario Gutiérrez, maquetismo

En esta oportunidad les contaré la historia de Mario Gutierrez, quien se autodefine como un artesano desde el momento que descubrió su pasión por el maquetismo.

Esta historia comienza un tiempo atrás, cuando con la intención de sumar nuevos hobbistas, hicimos una pregunta a los fieles seguidores de nuestras redes sociales: 

¿Conocen a un hobbista? Nos sorprendimos al ver que entre las respuestas un nombre se repetía una y otra vez: Mario Gutierrez. Al parecer las personas lo reconocen como un referente si de hobbies hablamos y al entrevistarlo entendimos por qué.

Organizando la entrevista.

Escuchando la radio oí que una de las creaciones de Mario se había convertido en la frutilla del postre de una exposición organizada por el municipio de mi pueblo. Decidí ir a ver de qué se trataba y para sorpresa mía –y de todos los que estábamos allí–, Mario, había creado una réplica a escala de un patrimonio histórico de nuestro pueblo, un puente carretero de 99 años de antigüedad al que apodamos cariñosamente “Puente Viejo”. 

Al acercarme lo veo detrás de la imponente maqueta. Su postura expresaba orgullo y un poco de timidez. Nos saludamos con un “apretón” de manos, y venciendo su timidez, comenzó a hablarme de su creación. Me explicaba con pasión cada uno de los detalles. Me contó del tiempo que le había llevado construirlo. Los materiales que usó y lo contento que estaba por haberlo logrado. Una vez más, la pasión se hace presente y nos motiva a compartirlo con los demás. 

–¡Te felicito, Mario! Lo que haces es realmente extraordinario. –Le dije mientras estrechaba la mano por segunda vez.

– ¡Gracias, Pato! –Sentí que fue un “gracias” muy sentido. Mario percibió lo que su creación había provocado en mí y mientras seguía apreciando su obra continuamos con la conversación y le pregunté:

– Mario, ¿Viste o escuchaste algo de Hobbialo?

– Sí, Pato. Algo escuché. Pero no me gusta mucho que me entrevisten. No soy bueno hablando. Me da vergüenza. ¡Qué sé yo! –Me dijo algo reflexivo.

Al explicarle que no se trataba precisamente de una entrevista tradicional, que más bien era una charla entre amigos, él me dice:

– Bueno si es así, te digo que sí. Mira, a mí me gustaría que fueses a mi casa para organizarnos, porque quiero exhibir todas mis creaciones en una mesa bien larga. En mi casa ya no tengo espacio. 

Sorprendido por lo que me contaba le pregunté:

– ¿Cuántas creaciones tenés, Mario?

– Y mirá, Pato. Entre las grandes como el puente y las más chiquitas debo tener como ochenta. Ya me voy a fijar porque las tengo anotadas por fecha en un cuaderno.

¡No podía salir de mi asombro por lo que estaba escuchando! ¡Me desbordaba la ansiedad por ir a su casa para ver cada una de sus creaciones documentadas a puño y letra en su cuaderno! 

Nuestra conversación siguió unos minutos más y quedamos en juntarnos en su casa para seguir organizando lo que sería la entrevista de Hobbialo.

Los días pasaron y llegó el momento de visitarlo. Al tocar la puerta, me recibe y amablemente me invita a pasar. Lo primero que veo fue una sala con enormes vitrinas repletas de sus creaciones, exhibidas como trofeos. En ese momento, entendí lo que significa y lo importante que es su hobbie para él.

Mario hizo unos pasos. Se situó entre las vitrinas. Giró lentamente y me miró como diciendo: –¡Esto es lo que soy! ¡Bienvenido a mi mundo!

Lo primero que le dije fue lo impactante que era esa sala, y que no se preocupara por querer exhibirlas en una larga mesa porque estaban en un lugar extraordinario. Automáticamente, Mario comenzó a contarme con mucha pasión detalles de su hobbie. Cuándo y porqué había arrancado con el maquetismo, qué significaba para él cada una de sus obras. También algunas experiencias que le habían pasado y de pronto lo interrumpo, diciéndole:

– Mario, ¡esperá!  ja ja. ¡No estoy grabando! ¡Se están escapando un montón de detalles espectaculares que tienen que estar en tu historia! Dejemos acá y vengo el lunes. Esperame con mates y despreocupate que va a ser una charla similar a la que tuvimos ahora.

Me fui a mi casa y no podía dejar de pensar en lo que había visto. Se lo comenté a cada persona que me crucé ese día.

El día de la entrevista

Al bajarme de mi vehículo me encuentro a Mario esperándome afuera de su casa.

–¡Buenas! –Le digo, en forma de saludo.

–¿Cómo andamos? –Me responde Mario, mientras abre la puerta de la reja de su casa.

–¿Qué haces, Mario? ¿Todo bien? ¡Te ví anoche!

–¿Ahí, en la expo? –Me pregunta haciendo referencia a una pequeña exposición de artesanías, que se llevó a cabo dentro de un espectáculo en vivo, en el balneario de mi pueblo. Mario, es un ferviente expositor. En cada evento en donde hay artesanos podremos verlo, exhibiendo sus maquetas.

–¡Sí, ahí en la expo! ¿Cómo te fue? –Le dije, mientras entrábamos a su casa.

–¡Bien, Pato! La pasamos lindo, como siempre. Aunque, se vendió poco y nada.

Una vez adentro, me encontré sobre la mesa con una creación que no había visto en mi anterior visita: se trataba de una maqueta de la escuela Miguel Gerónimo Ponce, en donde al igual que muchos habitantes de este querido pueblo, cursé mi educación primaria. Al verla, la nostalgia me invadió por completo. Ver las aulas, en donde junto a mis compañeros, íbamos a clases. Sus pasillos, por donde solíamos correr, ¡y el patio! que fué nuestro lugar de juego, me montó en un viaje directo a mi infancia.

De pronto, aparece María –la esposa de Mario–, que venía a saludarme con un mate y un plato lleno de bizcochos, y comenzamos a charlar:

–¡Hola, María! ¿Cómo estás? ¿Cómo te fue anoche? –le pregunté, porque ¿saben qué? María, también es toda una artesana, dedicada principalmente a la pintura.

–Hola, Pato. ¿Cómo estás? Me fue bien. No se vendió mucho pero estuvo lindo. La pasamos bien. Entre los artesanos ya nos conocemos y es un grupo hermoso. El hecho de ir, encontrarnos y conversar con los que ya nos cruzamos en alguna otra exposición o hacer nuevas amistades, hacen que aunque no vendamos, la pasemos lindo igual.

– ¡No te das una idea lo que es! –Me dice Mario, y continúa: –Los artesanos, cuando te ven dos o tres veces, vienen a saludarte con un abrazo, como si fueras un pariente. 

–¡Qué bueno! Es muy lindo todo lo que me están contando hasta ahora. Presiento que Hobbialo tendrá una gran historia que contar. ¿Estás listo para arrancar con la entrevista?

–Espero que a la gente le guste mi historia. Y sí, digamos que estoy listo. ¡Otra no me queda! ¿o nó?  ja ja.

– Ja ja, ¡ya estamos acá! ¡Otra no te queda! Bueno, comencemos entonces, por la primer pregunta:

Sección preguntas y respuestas

¿Quién eres en este momento?

En este momento de la vida, soy una persona jubilada. Trabajé casi toda mi vida manejando camiones, actividad que amé muchísimo. Mientras hacía mi trabajo, en mis tiempos libres, me ponía a inventar cosas, como lo que hago ahora, por eso te diría que soy un inventor. Siempre fuí el “loco” de las ideas. A mis once años, vivía en Tío Pujio y tuve la fortuna de ganarme una bicicleta en un parque. Para ese entonces, ganarse una bicicleta era como ganarse un auto 0 km ahora. Yo andaba feliz con mi bicicleta.

Un día escuché a una persona que había viajado a Buenos Aires, contar que estaba sorprendido con algo de la gran ciudad: había visto bicicletas con luces en sus ruedas y contaba a grandes rasgos cómo era dicho sistema. Lo que este hombre había contado, se me grabó en mi cabeza y me puse manos a la obra. Busqué un viejo dínamo, una latita que era un envase de un talco –que usaban las mujeres para la cara–, un puñado de cables viejos y una lamparita que venía para bicicletas. Ensamblé todo y salí a rodar. Sorprendentemente, la luz andaba y giraba al mismo tiempo que la rueda.

¡Fue una cosa de “locos”! Imaginate que en esa época, había una oscuridad terrible en las calles ¡y yo en una bici con luz en su rueda! ja ja. Después, le agregué una antena con otra luz en la punta, usando un envase de un jugo que venía en esa época y tenía forma de una “naranjita”. Imagínate ver en esos tiempos una bicicleta con luz en su rueda y otra en la antena, que mientras andaba, se amacaba para todos lados ja ja. ¡Yo jugaba y me divertía mucho haciendo estas cosas! Después, le hice un montón de reformas. Le puse un volante de automóvil, que luego cambié por un manubrio –estilo palomita–, que alargué con dos pedazos de caño. Así que, más bien, parecía una moto chopera. Los vecinos, me decían que ¡sólo me faltaba la campera de motoquero! ja ja. ¡Era toda una novedad! Me encantaba inventar, al igual que ahora. Así que, digamos que soy un inventor.

¿Cuál es tu hobby y cómo lo descubriste?

Mi hobbie es el maquetismo. Todo arranca en el año 2000, cuando compré una revista que traía piezas para armar una catedral. Eran 83 revistas en total. Al empezar a armar las primeras piezas, la cabeza me hizo como un “clic”. Sentí que había descubierto un hobbie, una pasión.

Luego, como no encontraba más revistas que vinieran con piezas, comencé a fabricar las mías. Empecé por los autos y camiones. Les tomaba las medidas y las llevaba a escala en un boceto hecho a mano. En realidad, tiene mucho que ver con lo que hacía de chico, inventar, de eso se trata mi hobbie. Invento las piezas fabricándolas en madera y reutilizando cosas que tengo en casa. Es raro que compre algo. Por ejemplo, las carrocerías de los camiones están hechas con palitos de helado y palitos de brochet.

 –¡Y los aros y las cadenitas mías! ¡Me dejó sin! ja ja. –Me aclaró sonriente, María, mientras me ceba un mate.

–¡Sí! ¡Con las cadenitas de María, hice todas las cadenas de los camiones! ja ja. Pero el material que más uso, sin duda, es la madera fibrofácil. Otra parte linda de mi hobbie, fue cuando trabajaba ayudando a hacer las estructuras de los corsos de Villa Ascasubi. La estructura más grande que hice fue un elefante casi de tamaño real, que hoy se encuentra hecho de cemento sobre la ruta. También recuerdo haber hecho un caballo que según Miguel Resiale, el locutor y animador de los corsos, había sido la carroza más impactante que él había visto hasta el momento.

Mario y María, quedaron sorprendidos cuando les conté que, casualmente yo, era uno de los integrantes de esa imponente carroza. Interpretaba al Paje, que iba en la parte posterior escoltando el carruaje.

¿Qué te motiva a hacerlo?

Vendría a ser un cable a tierra. Amo hacer esto. ¡Qué querés que te diga! ¡Por eso me cuesta tanto venderlos! Me duele mucho venderlos. Otra cosa que me motiva –y quizás la principal–, es ver lo que provoca en las personas. Me han tocado casos, en donde lo que te dicen, te hace poner “piel de gallina”. Recuerdo una vez cuando dos nenas al ver la escuela se peleaban diciendo: –Mirá, esa es mi escuela, y la otra le contestaba: –¡No, no! ¡ésa no es tu escuela! ¡ésa es mi escuela! –En cuestión, era la escuela de las dos. 

Parece una sonsera, pero a mí, me genera una satisfacción enorme. Como cuando una abuela se acercó a ver mis obras y se identificó con un “Rastrojero”, porque su padre tenía uno. Y me explicaba, con mucha emoción, señalándome con el dedo en dónde ella iba sentada, en “upa” de su madre, junto a su padre y hermanos, recreando parte de su historia a través de una de mis maquetas. Ver lo que puede provocar a través de mis creaciones en otras personas, es increíble y muy motivador.

¿Cuáles son tus sueños y objetivos en cuanto a tu hobby?

Mi sueño es llevar todas mis creaciones a un museo, para que la gente pueda disfrutar de esto que hago. No me importa regalar todas mis obras. No quiero dinero. Sólo quiero que estén exhibidas en algún lugar, sea la ciudad que sea, no importa. Obviamente, si es acá, en mi pueblo, mejor. 

¿Cuáles creés que son los mayores retos que tendrías, si quisieras vivir de esto?

Mirá, el reto más grande en mi caso es poder vender. Como te dije anteriormente, no quiero venderlos. No puedo. Me cuesta un montón. Imagínate que vendí siete de mis obras, y si pudiera recuperarlas a todas, lo haría. 

¿Cómo definís el éxito? 

Para mí, el éxito está en el talento de cada persona. A mí, la gente me hace sentir una persona exitosa. 

¿Un momento épico?

Mi momento épico fue hace veinte años atrás, de la mano de aquel camioncito blanco marca Fiat, uno de los primeros que hice. En ese entonces, había viajado en mi camión a Recreo, Santa Fe. Estábamos en una cerealera y al muchacho que trabajaba allí, le mostré la maqueta del Fiat, para ver qué opinaba. Y cuando lo vió, se enloqueció. Literalmente, se enloqueció. Me decía, reiteradamente, ¡felicitaciones! ¡no lo puedo creer! Yo, al ver la emoción de ese muchacho, me emocioné. Y tampoco podía creer lo que aquel camioncito blanco había causado en él.

Contártelo es una cosa pero lo que se sintió y vivió fue increíble. Antes, escuchaba a los cantantes decir que a ciertas canciones, las sentían como sus hijos. Y creo que es realmente así. A mí me pasa lo mismo con el Fiat blanco. Nosotros no tenemos hijos, pero siento a ese camioncito como si fuese mi hijo. Muchos me lo quisieron comprar, pero no. Les digo, llévense cualquier cosa menos “el Fiat”.

¿Vale la pena hacer lo que te gusta? 

Para mí, sí. Es como te dije. Me gusta tanto que es difícil definirlo. Amo lo que hago, y amo lo que provoco en las personas mediante mis creaciones. Mi satisfacción principal es la gente.

¿Cuál es tu mayor creación y a quien se la dedicas?

Creo que mi mayor creación es el Puente Carretero, y está en buenas manos. Lo compró el intendente de mi pueblo. Calculo que estará exhibido en el municipio dentro de poco para que todos puedan disfrutarlo. De esa forma, se estaría cumpliendo uno de mis sueños. 

Si se lo tengo que dedicar a alguien, sin dudarlo, se lo dedico a las personas que trabajaron para construir una obra tan extraordinaria en esos tiempos.

Sección despedida

–Bueno, Mario, con esta respuesta culminamos con la entrevista. –Le dije con cara alegre sabiendo que tenía entre mis manos una gran historia para contar.

–Bueno, Pato. Espero que te sirva y le guste a la gente. ¡Me gustó charlar con vos!

A esta altura de la nota Mario, se encontraba totalmente relajado. Se olvidó por completo que se trataba de una entrevista. De hecho, nos quedamos charlando un largo rato más sobre temas que poco tenían que ver con Hobbialo. Se había creado una linda atmósfera para conversar sobre cualquier situación, cuando de repente aparece María y me dice:

–Pato, ¿querés otro bizcochito?

–¡Gracias, María! pero “paso”. Ya me comí dos y Marina me está esperando para almorzar.

–¡Eh, pero dicen que no hay dos sin tres! ja ja. ¡Comete uno más!

–¡Es verdad! Te voy aceptar el último y me voy masticando para el lado de mi casa.

–¡Che, Pato! me olvidaba ¿cómo es esto? ¿te tengo que pagar algo? –Me pregunta, Mario, mientras nos levantábamos para despedirnos.

–¡Ja ja! ¡Nada, Mario! ¡Yo te debo a vos, por recibirme en tu casa y contarme esta maravillosa historia! 

Sección conclusión o cierre de nota

Al parecer, Mario intenta contar parte de su historia a través de sus maquetas. No es casualidad que muchas de ellas estén relacionadas con su pasado. Cada uno de los autos que tuvo su padre, todos los camiones con los que él recorrió miles de kilómetros, la casa paterna donde pasó su infancia y los edificios históricos más importantes de Villa Ascasubi, entre muchas otras. 

Sin duda, cada maqueta cuenta una historia diferente, y Mario, al exhibirlas –a cambio de nada–, en cada exposición que se realiza en la zona, nos permite recrear nuestras propias historias. Como aquella abuela que vió en una maqueta de Mario, el viejo Rastrojero de su padre y la llevó al mágico momento en el que viajaba junto a él, en upa de su madre, al lado de sus dos hermanos, pudiendo al menos, por un instante, estar nuevamente con sus seres queridos.

Espero haber transmitido la magia de este mundo creado por Mario, en donde todos nos convertimos en gigantes, deambulando por una ciudad de pequeñas maquetas creadas por aquel “loco de las ideas”.

Sección networking

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Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Eda Busso

    Mario es un genio, admiro su paciencia para hacer esos trabajos tan increíbles, felicitaciones amigo ¡¡¡¡ y vos mi mi Patuchi nieto querido te felicito por tus entrevistas cada ves más interesantes!!!!

  2. Analia

    Mario, es un artesano especial!!! Una maravilla todo lo que hace, junto a María su esposa, son dos virtuosos con sus manos!!!

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